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La Reforma Agraria durante la Revolución Francesa

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La Reforma Agraria durante la Revolución Francesa

La Revolución Francesa ocurrida entre 1789 y 1799, trajo diferentes cambios políticos y sociales en Francia, siendo uno de ellos la reforma agraria. Debido a las políticas negligentes de la monarquía que se enfocaba en la nobleza y dejaba de lado al campesinado que compone el 80% de la población, se produce una aproximación redistributiva que buscaría dar los primeros pasos para modificar la estructura de la propiedad. A través de un análisis de la reforma agraria en la Revolución Francesa, se explorará cómo se llevó a cabo el proceso, sus consecuencias a corto y largo plazo y su impacto en el desarrollo del capitalismo.

Orígenes y naturaleza de la Reforma Agraria

La nobleza era propietaria del 25% de la tierra, mientras que la Iglesia Católica poseía el 20%. El 55% restante estaba fragmentado entre pequeñas parcelas de tierra, muchas veces insuficientes para producir una cantidad adecuada de alimentos y recursos. La ausencia de grandes propiedades agrarias, la inflación y la escasez de alimentos, eran las principales consecuencias de la política de soberanía de la monarquía, lo que dispuso el terreno para la toma de acción en reformar el statu quo.

Una de las instituciones más corruptas en el Antiguo Régimen era el sistema feudal, que implicaba producción agraria basada en el trabajo de miles de campesinos que trabajaban cuyo producto era repartido entre las distintas clases de la nobleza y la Iglesia. El campesinado estaba obligado a pagar impuestos y dar parte de sus frutos a los señores feudales, lo que incluía días de trabajo gratuitos (corvee) en las tierras señoriales. El campesinado no podía vender sus productos en un mercado libre, sino que estaba obligado a vender parte de ellos al señor feudal, lo que lo limitaba a la hora de comercializar e intercambiar.

La principal causa de la insatisfacción del campesinado estaba centrada en los ingresos obtenidos al comercializar sus productos. Debido a la oferta y la demanda, el precio de los productos tendía a ser muy volátil, no sólo en el sentido del cambio de una temporada a otra, sino también debido a los denominados precios de monopolio, determinados por los monarcas o señores feudales. Como resultado, muchos campesinos no obtenían el retributo que consideraban justo para sus productos. Obviamente, el campesinado involucrado en la producción, sufría todas las consecuencias de los cambios de precios y demandas.

Durante la Revolución Francesa, se presentaron varias propuestas que buscaban dar solución a la problemática del campesinado, sin embargo, fue la posición de Gracchus Babeuf la que más levantó la polémica sobre el tema. Babeuf propuso una reforma agraria que buscaba la abolición de la propiedad privada, una colectivización de los bienes que permitiría que el campesinado tuviera una propiedad compartida de los mismos y una reforma planificada de la economía para que no dependiera del mercado.

Implementación y consecuencias

La confiscación de tierras propiedad del clero fue uno de los primeros actos de la Asamblea Nacional Constituyente en 1789. Esto implicó que se permitiera la venta de tierras y la posibilidad de que los campesinos pudieran adquirirlas. Sin embargo, la monarquía, temiendo el impacto que esto podría generar, termina promulgando el Decreto Le Chapelier en 1791 que prohibía los sindicatos y otras actividades de organización colectiva de trabajadores. Además, el decreto favorecía las prácticas industriales que dominaban la economía en ese momento y eliminaba cualquier tipo de acción colectiva que permitiera a los trabajadores expresarse.

La Asamblea Nacional decide seguir adelante con una política de reforma agraria que busque la redistribución de la propiedad, liberando a los campesinos de las gabelas y los dízimos a cambio de una indemnización. Para llevar a cabo esta reforma, se creó un organismo conocido como Sociedad Nacional de Agricultura. La medida fue aplicada de forma diferencial en las distintas regiones del país, pero en general consistió en la venta de tierras confiscadas del clero a particulares, en principio ideada para encaminar el proceso de modernización de la agricultura.

La consecuencia inmediata fue que los propietarios de tierra comenzaron a comprar más y más tierras, con lo que en parte se daba una concentración de la propiedad que limitaba el acceso de los campesinos a la propiedad y se generaron problemas a largo plazo, porque esta concentración de la propiedad no es compatible con un mercado libre. La lógica consistió en que si los propietarios de tierra ofrecían más capital, podrían producir un mayor beneficio gracias a su control sobre las tierras y los recursos productivos. Las consecuencias económicas y sociales fueron inmediatas.

Apareció la figura del «rentista», aquel que compraba una gran cantidad de tierra y esperaba a que los ingresos fueran obtenidos por otros a través de la tierra que había adquirido. El rentista no era activo, sino que ganaba dinero como resultado de poseer tierras. Al final de cuentas, la reforma agraria no cambió la estructura de propiedad de forma radical, sino que estimuló una propiedad agraria capitalista que fue desigual o menos igualitaria que la anterior al inicio de las reformas. Las nuevas concentraciones de propiedad aumentaron la explotación economía sobre las fincas y establecieron una barrera monetaria para el acceso de los agricultores al mercado.

Conclusiones

A pesar de la intención original de la Reforma Agraria durante la Revolución Francesa, sus efectos a largo plazo no fueron los deseados, el resultado fue una propiedad agraria cada vez más concentrada y la aparición de nuevas clases sociales, como la del rentista. La combinación de los altos precios de los alimentos con la desigualdad creciente, generó un caldo de cultivo de inestabilidad política que menos de una década después de la Revolución, dio lugar a la figura de Napoleón Bonaparte.

La Reforma Agraria de la Revolución Francesa es un ejemplo de cómo la nobleza y los capitalistas lograron mantener y adaptar sus tradicionales esquemas de poder, asegurando que cualquier cambio en la estructura agraria no afectara directamente sus intereses. Una reforma agraria real y duradera para beneficio del campesinado podría haber sido uno de los resultados de la Revolución, pero las políticas optadas en última instancia resultaron ser un intento infructuoso de cambiar la estructura de propiedad aplicando las condiciones del mercado.